El recuerdo de la incertidumbre



Es probable que no sepamos ver con claridad.

Las variables son múltiples. Quién sabe...

Me gustaría contarte que es único despertar en la mañana de un domingo.

Desde acá, imaginá esto:


Comprás una entrada para ir al teatro, sólo. 
Llega el día de la función...
Dan sala y, luego de estar allí esperando el ansiado momento, no ingresa nadie.

- ¡Qué placer! ¡La función va a ser para mi. Únicamente para mi!

Se apagan las luces y unos movimientos inesperados brotan por tu estómago - son nervios de algo nuevo.

El telón se abre. Una luz, y una mujer de extraños rasgos habitan el escenario. Viste una túnica carmesí. Comienza a recitar líneas cautelosamente estudiadas:

Me despierto un domingo a la mañana. Abro los ojos con curiosidad de verte, sabiendo que no estás a mi lado; pero te imagino - también imagino que algún día dejaré de imaginarte: 

no tenerte me confunde -.
Son las 6 de la mañana y sin zoquetes en los pies, con el diminuto otoño que nos visita, salgo al inmenso balcón - ¿Cómo te imaginás qué es? - hace frío, y aprendo a controlarlo. Tal práctica de temporada se convirtió en mi diversión. 

Dar lugar al frío, es enredarse en un laberinto de hielo. Compleja misión.
(El frío: ser inescrupuloso. Cuenta con la capacidad de generar dolor, entumecimiento gracias a sus amplias técnicas tan destructivas y desarrolladas al punto de matar; para colmo, logra controlar al tiempo, según causa y circunstancia.)
Cada tanto, pasan autos, zagales y se escuchan gritos de euforia, mientras veo todo, como omnisciente religioso. Prendo un pequeño cigarro y aspiro. Su contenido me dilata como gota cayendo al agua - cuando aspiro, siento estar en el mismo lugar con el momento transformado.

"Jigsaw falling into place" estalla en el aire y la guerra se desata como venganza. 
No estoy sola; te llevo dentro como espíritu dual; pesado, de liviano y protector que sos.
Aparece el primer enemigo; pseudo-vienés embustero lleno de mentiras. 
Al mirarlo, queda desintegrado.

Frenando esto de un tirón, es mejor no ir 
allá. No sirve. 
Volver a recorrer un lugar conocido puede provocar aridez y un hondo daño.
Hace poco, entendí que no es bueno vivir en desiertos.




Ilustración y relato: Marlenciax

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